¡REVIVE LA SESIÓN DE FOTOS DE ALEXIS EN BARCELONA PARA REVISTA SML #1!
- Felipe Bianchi
- junio 5, 2014
- 1:15 pm
Dirección Creativa IPC STUDIO
Fotos SEBASTIAN TRONCOSO · Moda IPC STUDIO/SML PRODUCCIONES
Maquillaje KATHARINA NITZPON · Coordinación en Barcelona MARIANNE KRAUSS
BARCELONA 17:00 HRS. MAYO 2014
Puedes encontrarlo mejor o peor jugador según tus normas estéticas, según tu ligero o muy desarrollado paladar futbolístico. Admirarlo por la entrega casi desmedida y por hacer fácil lo que suele ser difícil. O darte rabia cuando “hace una de más”, cuando la cachaña exagerada le gana al servicio público y al manoseado “juego de conjunto”. Hay matices. Pero concordemos en algo: ver jugar a Alexis Sánchez, al chileno Alexis Sánchez, nunca te deja indiferente. Te acalora. Por angas o por mangas. Pero no es ese calor insoportable -como el que hará en Brasil en estos días- sino ese agradable que se siente en los brazos cuando sales de un auto con aire acondicionado en pleno verano.
Alexis es especial, qué duda cabe. Habla poco, pero habla donde tiene que hablar. Porque en la cancha, más que en ninguna otra parte, Alexis es un tipo valiente. Indomable y atrevido. De esos que se paran siempre-siempre para seguir pidiendo la pelota aunque los muelan a patadas, aunque les peguen y los escupan, aunque los boten y los pisen. Porque valiente, en una cancha, es aquel que lejos de amilanarse ante la violencia y la trampa, sigue buscando. El que no se amedrenta, el que no se acobarda, el que nunca se hunde y desanima. Valientes no son los tipos que agarran al resto a combos y a patadas: valientes son los que siguen luchando pese a los bellacos que no faltan.
Habla poco, Alexis. Pero ahí, en la cancha, se hace oír. Ahí donde más cuesta, donde casi todos callan. Nunca te fíes de un hombre que no hace ruido (en la naturaleza de un verdadero hombre siempre está hacer ruido). Alexis hace ruido. Pero hace ruido donde la mayoría prefiere ser mudo y vigilante: en ese terreno minado que es el área y, desde luego, el escenario.
A ver si nos entendemos: no cualquiera triunfa y se acomoda en Argentina, en Italia y en España. Hay que tener talento, claro. Pero también hay que estar convencido. Hay que tener pasta. Pasta para estar dispuesto a pasarlo mal y sobrevivir. A trabajar siempre un poquito más que el del lado. A insistir una y otra vez cuando las cosas no resultan. A creer en uno y en algo que se intuye allá a lo lejos: el reconocimiento. Al fin y al cabo, como decía el sabio de la tribu, las cosas en las que estás dispuesto a creer terminan tarde o temprano por ser la verdad si se hacen bien.
Ya hay demasiados tipos en el mundo a los que sólo les gusta soplar sobre los castillos de naipes que han levantado otros. Por eso los que de verdad valen son aquellos capaces de construir sus propios sueños sin reparar en los vociferantes del lado. Esos que siempre piensan que no se puede o no se debe: los envidiosos, los amargados, los contrariados y dolidos; los que no pueden soportar que el que pensaban era igual a ellos termine siendo tanto mejor y tanto más feliz.
Para ganar, como lo ha hecho Alexis, hay que usar audífonos. Y anteojos oscuros. No escuchar todo lo que los otros dicen de uno. No ver todo lo que los otros hacen. Eso lo entendió temprano el chileno Sánchez. Nadie llega a almirante en el barco de otro, así que todo el mundo necesita su propio sueño. Y cuando pierdes uno, tienes que saltar de inmediato sobre el siguiente. La gracia está en buscarlo. Y en tenerlo. Siempre un sueño al lado. De eso se trata la vida. La vida de los buenos, de los mejores. De los elegidos, como Alexis. Porque eso es Alexis: un elegido.
Quizá porque entendió temprano que, fuera cual fuera el escenario, había que moverse. Y vaya que lo ha hecho. En la cancha y en la vida. Si te mueves, avanzas: ningún perro se ha meado sobre un auto andando. Vaya uno a saber dónde lo veremos este año. Lo único seguro es que, como siempre, va a costar botarlo. Y si lo botan, se va a parar y va a partir corriendo. Y mostrando esa sonrisa nueva que estrenó hace algunos años: de medio lado, a lo Gardel, casi socarrona. Como diciendo “conmigo es más difícil, yo soy de otra madera”. Y es cierto. Es de otra madera Alexis, el señor Sánchez.